sábado, 30 de noviembre de 2013

Nunca en Domingo







Nunca en domingo (1960). Director Jules Dassin, nacido en USA, de origen judío/ruso y que en los años 50 debe salir de USA a raíz de las acusaciones de comunista del Comité de Actividades Antinorteamericana, durante la brutal persecusión macarthiana. Su película Nunca en domingo rompe con su línea más bien sórdida y sombría de películas que lo hicieron famoso tanto en USA como en Europa, tales como Ciudad Desnuda, Mercado de ladrones, Siniestra obsesión, Rififí entre los hombres...

Nunca en domingo es como un cuento de hadas, pero cambiando lo de hadas por lo de prostis. Un juego a ser feliz por encima de la sordidez que, en realidad, es el mundo de una prostituta en un barrio del puerto de cualquier país, sólo que en la película es el precioso Pireo, por el que tuve la suerte de pasear durante algunas horas hace ya un tiempo. Fantástico, inspirador de cualquier cuento, de cualquier fantasía...

Ilia (Melina Mercouri) era la única prostituta independiente del puerto, así era de libre y silvestre. Sin Rostro, el mafioso de turno las controlaba a todas, menos a Ilia, que no ponía el precio sino que hacía que lo pusiera el cliente y sólo se acostaba con él si a ella le gustaba, si no, no lo hacía, le ofreciera lo que le ofreciera.

Ilia era feliz en su libertad y alegría de vivir, disfrutando sin vergüenza su amor a la vida y a los hombres con su belleza, voluptuosidad y joie de vivre, además de la fantasía con la que pintaba la vida, incluso las tragedias griegas, de las cuales era fanática, las veía a su manera, cambiaba sentimientos y acciones de los personajes. Medea era una dulce y resignada mujer, no la asesina de sus hijos. Todas las tragedias terminaban felices con todos yéndose a pasear a la playa. En fin, que para Ilia, no hay ni en la vida real ni en la ficticia lugar para lo feo y sucio.

Y llega un día, un desubicado norteamericano, filósofo amateur (Jules Dassin) amante de la cultura griega y ve a Ilia como un símbolo de la esencia griega. Como no ve bien que sea prostitua, intenta educarla, cual absurdo pigmalión y la rodea durante un par de semanas de libros y material en general para “educarla”.

No es una gran película, vista a 53 años de su estreno, en medio de la crisis sociocultural y económica que vivimos, es casi un chiste, una comedia ligera de corte romántico, pero que Dassin debe haber disfrutado mucho haciéndola porque, a pesar de lo negro, tanto de su cine anterior, como de su experiencia vivida tras el desencanto del hombre durante la Caza de Brujas de USA; el mensaje de la película que protagonizaron él y su mujer, es de amor y unidad. Algo que siempre debe estar presente en los seres humanos.

No tengo palabras para definir la actuación y todo lo que desprende Melina... sólo puedo decir que era como la vida de Ilia: fantástica. Su actuación gano premio en Cannes y la canción de la película: Los chicos del Pireo ganó Oscar.


Evidentemente que la recomiendo.